Hay algunas afirmaciones que parecen ciertas a simple vista, pero requieren de matizarse para entender todo lo que representan. Una de las más famosas tesis que se sostienen en el siglo XXI tiene que ver con el valor de la información en la era digital. Una de éstas es “Los datos son el nuevo petróleo”.

La afirmación la acunó el matemático Clive Humby en el año 2006. La cita completa contextualiza más a qué se refiere con una afirmación que no es casual:

“Los datos son como el crudo. Valiosos, pero no puede usarse si no se refina. Tiene que convertirse en gas, plástico, químicos, etc. para crear una entidad valiosa que permita tener una actividad rentable. Los datos también deben observarse en detalle y analizarse para que tengan algún valor.”

En un primer momento, esta afirmación suena totalmente cierta. Sin embargo, cuando analizamos un poco más en profundidad, vemos algunas diferencias. El crudo es un recurso finito, mientras que los datos son virtualmente infinitos. El acceso al petróleo está en manos de unos pocos, mientras que los datos se usan de forma universal. El petróleo se consume, mientras que los datos se generan. Esto significa que el valor de los datos sigue creciendo indefinidamente, siempre que tengamos infraestructuras y herramientas analíticas capaces de usarlos.

Una visión histórica

Esta forma de ver los datos no es nueva. Los datos (en esencia, la información registrada en algún tipo de soporte) han existido desde que el hombre inventó la escritura. El avance decisivo de la humanidad que nos hizo evolucionar desde la Edad Media hasta la era moderna estuvo relacionado con la transmisión de los datos y la posibilidad de difundirlos; es decir, de la impresión tipográfica, que Johannes Gutenberg inventó alrededor de 1450. Este marcó el momento en el que se industrializó la difusión de la información.

No es casualidad que la revista estadounidense Time-Life eligiera la impresión tipográfica de Gutenberg como el invento más importante del segundo milenio. Solo a través de Gutenberg fue posible almacenar y reproducir información a bajo coste. Así, en lugar de deambular por las ciudades como artesanos medievales con el fin de reunir constantemente conocimientos y experiencias de nuevo, las generaciones posteriores pudieron aprovechar el conocimiento acumulado de sus predecesores, sentando así las bases para la era de la industrialización.

En nuestra era, las cosas han cambiado… aunque no radicalmente. La información se puede recopilar, transmitir, almacenar y, finalmente, procesar, aunque ahora de manera más económica que nunca (en cuanto a conectividad, almacenamiento, computación). Lo que solía ser la máquina de impresión de Gutenberg ahora es, simplemente, un ordenador en red, que puede conectar, almacenar y procesar datos. Y es a través de este equipo en red que nos es posible generar un valor agregado real a partir del petróleo crudo (o, como ya hemos dicho, los datos).

El IIoT: la máquina que usa los datos como combustible

La evolución de la industria

La industria siempre ha evolucionado por una gran invención que ha provocado un largo ciclo de innovación. La primera revolución industrial, por ejemplo, llegó con la introducción de la máquina de vapor como fuente de energía. Esta máquina a su vez derivó en el ferrocarril como una herramienta para superar las barreras que producían el espacio y el tiempo.

Siguieron conceptos como la electrificación, la automatización y el procesamiento de la información para marcar los ciclos industriales. Ahora vivimos en la era de la Industria 5.0; donde antes el “procesamiento de la información” implicaba aplicar reglas a conjuntos de datos, ahora la digitalización real busca la posibilidad de tomar decisiones en situaciones poco claras, también una reacción a la creciente complejidad y volatilidad de la economía.

¿Qué significa esto para la fábrica ultraflexible del futuro? La programación fija o la configuración de las plantas productivas es cada vez menos importante. En cambio, los sistemas de autoaprendizaje (Inteligencia Artificial) tomarán una importancia central, lo que no solo creará una optimización local para la productividad, sino que también permitirá una optimización global hacia una mayor adaptabilidad a las influencias externas y la resiliencia a las variables de perturbación.

Específicamente, esto se puede observar en las primeras empresas en las que la fabricación clásica interconectada está siendo reemplazada por parques de máquinas, vehículos guiados automatizados (AGV) y la cooperación colaborativa entre humanos y robots móviles. La inteligencia artificial reemplaza la codificación de reglas donde la complejidad prevaleciente requiere nuevos enfoques. Los métodos de trabajo ágiles y la agilidad corporativa proporcionan un sistema de gestión que transfiere los principios de autonomía y autocontrol también a la interacción de los empleados y la gestión de las empresas.

Todo esto se agrupa en el concepto de Internet Industrial de las Cosas. Si quieres saber más sobre él, ya te lo presentamos en una entrada del blog.

Los beneficios del IIoT para las empresas

¿Cómo pueden las empresas de fabricación industrial marcar el rumbo de este futuro? Incluso después de la invención de la impresión, nunca se sabía de antemano qué libro impreso era realmente innovador para el desarrollo de una ciencia o incluso de la sociedad, y de qué libro se podría haber prescindido.

Es similar con los datos: aquí tampoco está claro qué sensor y qué fuente de información aportarán el valor agregado real. Sin embargo, lo que es crucial es que todos estos datos se puedan capturar, almacenar y procesar. Será posteriormente cuando encontremos que se pueden usar para implementar un caso de uso particular de manera más productiva o efectiva, o incluso obtener una ventaja competitiva decisiva rápidamente.

El Industrial Edge Computing desempeña un papel decisivo en este sentido. La conexión en red de innumerables dispositivos entre sí y con servicios basados en la nube abre posibilidades completamente nuevas, por ejemplo, para compartir imágenes entre sí, para integrar motores de búsqueda y aplicaciones de navegación, o para tener acceso a sus propios datos, independientemente de dónde se almacenen físicamente los archivos.

Aplicaciones prácticas de los datos en el IIoT

Es evidente que la función de la tecnología es la de ser un facilitador para una aplicación real. El petróleo sería inútil si el automóvil y la química moderna no se hubieran desarrollado como lo han hecho. Lo mismo ocurre con los datos: es la aplicación específica del IIoT la que crea un valor agregado relevante. De lo contrario, los datos no son más que ceros y unos.

Estos son algunos ejemplos de casos de uso de los datos:

  1. Calidad predictiva: Los datos de medición y prueba ya se recopilan y evalúan durante la secuencia de fabricación para hacer un pronóstico sobre la calidad de los productos terminados, permitiendo tomar rápidas decisiones para mejorar todavía más esa calidad de ser necesario.
  2. Cadenas de producción y suministro intachables: Las empresas digitalizadas pueden adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones del mercado, y la resiliencia ayuda a hacer frente a las interrupciones críticas mucho más rápido. La transparencia en todos los pasos de la cadena de valor y un alto nivel de flexibilidad en la fabricación hacen que las empresas sean resistentes a cualquier crisis.
  3. Producción eficiente: La fábrica del mañana no se alimentará simplemente con pedidos de producción en bruto, sino que reaccionará de manera autocontrolada y autodidacta a las condiciones reales. Por ejemplo, la disponibilidad de materiales y recursos le harán cambiar el orden de producción para mantener el mismo output.

Siemens es el socio de referencia para acompañar a las empresas en su digitalización. Todo el porfolio de productos de la Fábrica Digital permite aplicar cualquiera de los casos de uso anteriroes… ¡y muchos más! Gracias a estas tecnologías, empresas como Wolkswagen han podido crear laboratorios pioneros de conectividad digital que les permitan aumentar su eficacia.

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