La cantidad de agua de nuestro planeta es finita. El número de habitantes está aumentando rápidamente y el gasto hídrico crece aún en mayor medida. Se estima que sólo el 2% del agua del planeta es potable y que, en 2025, alrededor de dos tercios de la población sufrirán de su escasez. Esta cifra aumentará hasta el 60% en 2050, según la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

La Organización Mundial de la Salud (OMS) va más allá y ofrece datos sobre los efectos negativos que genera la falta de recursos hídricos. Entre sus conclusiones, destaca:

•    Más de 1.500 millones de personas no tienen acceso a agua potable. Es decir, 1 de cada 5 personasen el mundo no tiene acceso a agua potable.
•    Unos 1.700 millones de personas ingieren agua en condiciones inadecuadas.
•    De cada 3 enfermedades del mundo, una es originada por problemas relacionados con la calidad del agua.
•    Cada año, más de 5 millones de personas mueren por enfermedades relacionadas con el agua.

Contrariamente a lo que se piensa, no se trata de un problema que amenaza exclusivamente a los países en vías de desarrollo o a las generaciones futuras. El problema afecta a todas las grandes potencias donde el crecimiento urbano es mayor. De hecho, las ciudades aumentan su población 5 millones de habitantes al mes. Este incremento conlleva unos desafíos sin precedentes como la falta de suministro de agua y el saneamiento de la misma.

Mejorar las redes de abastecimiento y de transporte será uno de los principales caballos de batalla de la gestión del agua en las ciudades del futuro. Las nuevas tecnologías pueden ayudar a las urbes con el desarrollo de sistemas inteligentes de detección de fugas y alteración química del agua, así como la implantación de sistemas de obtención de biogás a partir de las aguas residuales. También, los nuevos procedimientos de captación de aguas pluviales y desalinización se vuelven fundamentales en el desarrollo de futuras soluciones para las grandes ciudades del planeta.

A mayor escala, se hace necesario que se integren sistemas de agua y aguas residuales con la producción de energía (biogás, electricidad, calefacción y refrigeración), del mismo modo, los nutrientes existentes en las aguas residuales y los residuos orgánicos de los hogares y la industria deben ser utilizados como fertilizantes en la agricultura.

Las ciudades no se pueden considerar sostenibles si no garantizan un acceso fiable al agua potable y un saneamiento adecuado. Lidiar con las necesidades crecientes de los servicios de agua y saneamiento de las ciudades es una de las cuestiones prioritarias de este siglo. La gestión sostenible, eficiente y equitativa del agua en las ciudades no ha sido nunca tan importante como lo es en el panorama mundial actual.