Para contrarrestar las frías temperaturas que tiene que soportar la ciudad de Estocolmo en invierno, la mayoría de las infraestructuras críticas deben estar eficientemente climatizadas. A veces se abusa del uso de la calefacción, lo que puede provocar temperaturas excesivamente altas. Si a esto le unimos el hecho de que el ser humano genera entre 60 y 100 vatios de energía en forma de calor, podemos encontrarnos con la necesidad de tener que refrigerar los edificios.

Esta paradoja es lo que sucede en la Estación Central de Estocolmo en Suecia, la más grande y transitada de toda Escandinavia. Por aquí pasan a diario más de 250.000 pasajeros, con la generación de calor que eso supone.

La empresa pública Jernhuse, propietaria y gestora de las estaciones de tren del país, observó este hecho y de ahí surgió la idea de aprovechar ese exceso de calor para calentar un edificio anexo a la estación.

Para lograrlo, se ha diseñado un novedoso sistema que permite recoger el excedente de calor corporal a través de pequeñas bombas y utilizarlo para calentar el agua. Una vez recogida, se bombea al sistema de calefacción del edificio anexo, para calentarlo.

El calor captado es en parte humano, pero sobretodo proviene del excedente que generan algunas máquinas de refrigeración que se encuentran en la estación, como por ejemplo las neveras de las cafeterías.

Este proyecto ha sido el primer intento para transferir calor de un edificio a otro, permitiendo la reducción de los costes de calefacción del edificio anexo en un 25%. Además, su gasto de implantación no ha llegado a los 50.000 euros.

Sin duda se trata de una iniciativa pionera, que servirá de referente para utilizar la energía generada por la población en todo tipo de instalaciones. Esto demuestra que el cambio a la sostenibilidad puede efectuarse con los elementos infraestructurales ya disponibles. ¿Veremos en España algún sistema parecido?