Las ciudades del futuro tienen el reto de conciliar el crecimiento económico con la calidad de vida de sus ciudadanos. Este objetivo afecta tanto a la creación de infraestructuras que reduzcan la contaminación y las pérdidas de energía como a los equipos de movilidad pública. A medida que crecen las ciudades, aumentan también las necesidades de transporte de su población.

Uno de los problemas más graves y difíciles de abordar que genera la movilidad es el cambio climático. En la mayoría de países y en el conjunto de la Unión Europea (UE), el sector del transporte es el mayor responsable del incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Según la European Enviroment Agency, el transporte es responsable del 21% de las emisiones y alcanza el 25% en países como España.

Además, según el Observatorio de Movilidad Metropolitana, en España, cada persona realiza al año una media de 127 viajes en transporte público y casi el 60% de los usuarios utilizan algún medio ferroviario para sus desplazamientos. Por ello, la movilidad interurbana es uno de los pilares en los que se debe innovar para tener un futuro más respetuoso con el entorno.

En este sentido, se están comenzando a dar los primeros pasos para mejorar la planificación de la red de transporte y la fiabilidad. Un ejemplo, es la plataforma de metro Inspiro, locomotora realizada por Siemens, que busca reducir el consumo y el impacto ambiental.

Su concepción se ha basado en tres objetivos: ser más ligero, más eficiente y menos consumo. Para ello, se han utilizado:

•    Iluminación ambiental mediante el empleo de diodos LED
•    Sustituir el máximo de componentes de acero por piezas de aluminio
•    Utilizar materiales textiles como canalizaciones de los sistemas de ventilación
•    Reducción del peso un 30% mediante paneles de suelo a base de corcho y plástico en lugar de elementos metálicos
•    Recuperar el 46% de la energía consumida a través de su sistema eficiente de frenado

Otro de los aspectos desarrollados en este proyecto ha sido el factor medioambiental. Se han estudiado los materiales a emplear para que, una vez finalizado el ciclo de vida del producto, pueda ser sometido a un proceso de reciclaje. De hecho, el 95% de sus componentes pueden ser reciclados. Ciudades como Oslo (Noruega) o Varsovia (Polonia) ya disponen y disfrutan de las ventajas de este sistema.