Hoy estamos de celebración. El blog “Ciudades del Futuro” cumple un año. Doce meses en los que hemos compartido con vosotros ejemplos de sostenibilidad, eficiencia, estructuras y urbes que buscan una meta común: ser más respetuosas con el entorno. Nuestro objetivo siempre ha sido el de ser una plataforma para mostrar casos que puedan servir de modelo para construir un futuro común más sostenible.
Las ciudades son el motor de la economía mundial, pero a su vez son una amenaza para el medio ambiente. Actualmente, son responsables del 80% de la emisión de gases de efecto invernadero y de ¾ partes del consumo energético global. Por lo tanto, una urbe sostenible debe ser una ciudad diseñada con las preocupaciones ambientales en mente.
La sostenibilidad es un tema complejo que abarca desde la educación a la población hasta medidas políticas contundentes. En un plano urbano, se refiere a una amplia variedad de cambios, todos los cuales están destinados a reducir el impacto ambiental de la ciudad como un todo. Entre los objetivos para llegar a ser sostenible, encontramos:
•   Reducción de la dependencia de las zonas circundantes: comenzar a instaurar cultivo de alimentos en la ciudad, reducción de las necesidades hídricas, reutilización del agua tanto como sea posible, y la generación de energía dentro de la urbe.
•   No usar los recursos a un ritmo superior al de su ritmo de regeneración.
•   Evitar la emisión de contaminantes a un ritmo superior al que el sistema natural es capaz de absorber o neutralizar.
•   Crear sistemas de energías renovables que proporcionen energía suficiente para su sostenimiento.
Richard Rogers en su libro titulado Cities for a Small Planet, elabora una breve guía de lo que una ciudad sostenible debe aspirar a ser. Lo interesante de su propuesta es que el peso que pone al fomento de valores y al desarrollo de una actitud positiva, son condiciones necesarias para que la sostenibilidad económica y urbana sea posible. Así, nos induce a construir:
•    Ciudad justa, donde cada ciudadano verdaderamente este involucrado en el desarrollo de su comunidad, permitiendo que el reparto de bienes y servicios se realice de manera equitativa, privilegiando un modo de distribución capaz de darle las mismas oportunidades de educación y desarrollo personal a todos sus individuos, además de que la importancia en el involucramiento en la cosa pública sea algo que se enseñe de manera sustantiva.
•    Ciudad bella, donde cada habitante pueda apreciar y reconocer el valor arquitectónico, el arte y cada manifestación cultural que se desarrolle.
•    Ciudad creativa que permita el avance y la innovación constante.
•    Ciudad ecológica, donde las políticas públicas se dirijan a fomentar redes sistémicas de desarrollo que tiendan a disminuir el impacto entrópico
•    Ciudad que fomente el contacto, es decir, los encuentros entre personas, creando una convivencia capaz de producir diálogos y puentes de comunicación y entendimiento entre distintos grupo.
•    Ciudad compacta y policéntrica, que defina muy bien su ámbito de crecimiento, permita el desarrollo de comunidades integradas y una densidad en equilibrio.
•    Ciudad diversa, donde el respeto a la opinión de los otros siempre sea el camino que lleve a la creación de consensos.
Si analizamos bien cada una de estas condiciones, nos daremos cuenta de que efectivamente si queremos realmente cambiar nuestra caótica realidad urbana, tenemos que trabajar de manera significativa en transformar nuestra interrelación con la ciudad.
Al fin de cuentas, las ciudades son un reflejo de nosotros mismos, por lo tanto, si realmente queremos que una ciudad sea sostenible, tendremos que modificar nuestros valores y nuestras actitudes, nuestros niveles y hábitos de consumo y nuestras formas de movilidad.
Si todos ponemos nuestro granito de arena, el cambio es posible.
Gracias a todos por estar ahí.