¿Es la ciudad el hábitat natural del hombre? En España la respuesta parece ser obvia si consideramos que nuestro país se coloca por encima de la media europea con un 79% de la población que vive en zonas urbanas y, además, destaca por la gran concentración en las ciudades más pobladas.

Según un informe sobre la distribución de la población mundial en núcleos urbanos de la ONU, en el año 2050 hasta el 70% de población mundial vivirá en las ciudades pero ya a partir de 2025 tendremos 37 megaurbes que acogerán al 14% de la población mundial.

Es decir que tanto desde una perspectiva local como desde un punto de vista más global, las ciudades se enfrentan a una serie de retos ligados principalmente al crecimiento demográfico.

Uno de ellos está relacionado con el impacto medioambiental de las casas donde vivimos y de los lugares de trabajo donde pasamos la mayoría de nuestro tiempo. Ante esta problemática, los edificios inteligentes posibilitan una mejor gestión de los recursos reduciendo, por ejemplo, los consumos energéticos y minimizando el impacto en las ciudades.

Los edificios inteligentes reducen el impacto medioambiental de las megaurbes

Los edificios inteligentes son consumidores de energía pero, al mismo tiempo, generan y almacenan energía. Minimizan su consumo energético y se comunican con toda la red eléctrica. Esta enorme ventaja los convierte en “prosumidores” ya que pueden producir y consumir energía al mismo tiempo.

Los prosumidores desempeñan un papel clave en el campo de los sistemas de energía transformacional. Los sistemas de administración de edificios hacen que el consumo energético en un edificio sea transparente y muy por debajo de la media. Los datos detallados de un edificio proporcionan la base del coste sostenible y la reducción de emisiones.

En los edificios digitales, por ejemplo, las plantas y los sistemas se pueden mantener de manera predictiva, lo que previene tiempos de inactividad y daños por adelantado. Los edificios digitalizados también ofrecen ventajas para los usuarios del edificio: la productividad, el confort y la seguridad se pueden potenciar de manera significativa mediante sistemas inteligentes de gestión de edificios.

Los “edificios inteligentes” logran los mejores resultados en confort y al aprovechamiento de los recursos, debido a que todas sus disciplinas están perfectamente conectadas. La base para esto es:

  • el sistema de distribución de energía eléctrica que garantiza un suministro energético a prueba de fallos en las plantas y los sistemas de la red
  • la automatización de los edificios, los dispositivos y sistemas de comunicación que registran continuamente todos los datos de funcionamiento y crean la transparencia necesaria para la digitalización.

En definitiva, una de las características principales de los edificios inteligentes es que están comunicando y generando continuamente datos. Así que, si queremos vivir en ciudades donde las infraestructuras sean más sostenibles, la clave está en convertir los datos recolectados en conocimiento para poder llevar a cabo una gestión eficiente de todos los recursos implicados y así reducir el impacto medioambiental del edificio.