En el escenario actual, donde las emisiones de CO2 en la atmosfera y la dependencia a los combustibles fósiles nos desafían constantemente, la construcción de edificios energía cero representa una solución sostenible.

Entendemos por edificio energía cero aquel que produce la energía que consume mediante fuentes de energía renovables. Así pues, la demanda energética del edificio debe igualar la generación de energía del mismo durante un año típico.

Si la ecuación energética no se cumple pero está muy cerca de ser cero, lo denominamos edificio de energía ultra-baja, mientras que un edificio que produce un exceso de energía se conoce como un edificio de energía plus.

A pesar de que el concepto pueda parecer utópico, que un edificio sea autosuficiente es ya una  realidad. Existen algunos edificios cero energía como la Universidad British Columbia en Vancouver o el centro educativo de Nueva York situado en el Brooklyn Bridge Park e incluso barrios o conjuntos habitacionales de energía cero como el BedZed en Inglaterra.

Mediante células solares, aerogeneradores o células de combustible, los edificios pueden convertirse en generadores de electricidad. Para poder proporcionar calor, utilizan tecnologías de microgeneración como biocombustibles, biomasa o colectores solares térmicos. Pero, ¿cómo hacen frente los edificios cero energía cuando hay fluctuaciones en la demanda? Normalmente están conectados a la red con medidores de doble vía, de esta manera, durante el día exportan electricidad y durante la noche la importan, siendo esta conexión, a su vez, menos costosa.

El diseño también es un rasgo diferenciador. Generalmente, los edificios convencionales se diseñan en base a la reducción de costes de construcción, mientras que en los edificios energía cero se admite un aumento inicial del coste si de esta manera se logra reducir la demanda energética  y los gastos de funcionamiento, es decir, se analiza cada subsistema del edificio en función de su ciclo de vida energético. La orientación del edificio respecto al sol, el tipo y ubicación de ventanas, la eficiencia de la calefacción y la iluminación o las sombras proyectadas del exterior son algunas de las variables que un diseñador de un edificio energía cero debe tener en cuenta.

Según cifras de la Unión Europea, los edificios de los países miembros consumen el 40% de la energía total y son responsables del 36% de las emisiones de CO2. Por ello, los edificios energía cero son necesarios si queremos que las ciudades del futuro se establezcan bajo fundamentos de sostenibilidad.