Londres es la ciudad más grande de Europa Occidental. Con casi ocho millones de habitantes, la capital británica se está convirtiendo en una gran urbe que trae consigo consecuencias para su entorno tanto en las infraestructuras, el suministro energético como el volumen de residuos o el tráfico.

Las novedades tecnológicas para las ciudades, cada vez más orientadas hacia la eficiencia energética, están ayudando al gobierno local de la ciudad a afrontar los retos que se le presentan en el camino hacia un futuro sostenible. Entre otros retos, la Agencia para el Desarrollo de Londres se ha propuesto reducir las emisiones de C02 en un 60% hasta 2025 en comparación con los valores de 1990.

Uno de los grandes desafíos de Londres concierne a la calidad de su aire. Deteriorada por las emisiones de sus populares buses urbanos de dos plantas, se están empezando a instaurar una flota de vehículos híbridos. Estos autobuses híbridos funcionan con un sistema de accionamiento diesel-eléctrico. Al frenar, los motores actúan como generadores que acumulan la energía en una batería de litio, que se libera cuando el autobús vuelve a acelerar. Los vehículos híbridos son mucho menos ruidosos que los autobuses convencionales, consumen un 40% menos de combustible y generan hasta un 40% menos de emisiones de CO2.

Otra medida para la mejora de la calidad del aire, ha sido la creación de una Zona de Bajas Emisiones (”Low Emission Zone”) que se extiende por todo el Gran Londres. Esta zona solo pueden utilizarla los vehículos que acrediten cumplir una determinada norma de emisiones. Esta zona utiliza sistemas de peaje por vídeo inteligente de Siemens. Este sistema registra los números de matrícula de los vehículos, los compara con los almacenados en una base de datos y comprueba si el usuario ha pagado la tasa correspondiente. Desde la implantación de esta tecnología, se han reducido los atascos en un 26% y el tráfico en un 20%. En la actualidad, circulan 60.000 vehículos menos al día por la ciudad.

Además de la calidad del aire, Londres es conocida como la ciudad de mayor consumo eléctrico del Reino Unido, con las consecuencias que esto acarrea en el volumen de emisiones de CO2. El proyecto “Low Carbon London” tiene por objetivo elaborar, para el año 2020, un concepto de distribución de energía eficiente que vaya desde la planificación estratégica de la red hasta su funcionamiento. Entre otras medidas, destaca el uso de energías renovables como el parque eólico marino “London Array”. Construido en el área más extrema de la desembocadura del Támesis, “London Array” será el primer parque de estas características de 1 GW. Con 175 aerogeneradores, producirá electricidad para 750.000 hogares y cubrirá así el consumo eléctrico de aproximadamente un cuarto de la población de la ciudad.