En los últimos años, las ciudades se han extendido rápidamente a lo largo y ancho del planeta debido, en gran medida, al crecimiento económico y a la mejora de la calidad de vida. Este hecho ha generado un aumento significativo en el número de infraestructuras y un marcado deterioro del medio ambiente. Por este motivo, la población es más vulnerable ante cualquier tipo de desastre natural.

Según un estudio elaborado por la Universidad de Harvard, los fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones, sequías o terremotos, están relacionados muy estrechamente con el cambio climático. Se afirma que este tipo de desastres naturales se van a incrementar en los próximos años. De hecho, los acontecimientos extremos que antes ocurrían con una frecuencia de uno cada 100 años, ahora, se dan cada 20 años o menos.

Las pérdidas económicas asociadas a estos fenómenos han superado los 2.000 millones de dólares y son culpables de la muerte de más de 1,3 millones de personas en los últimos 20 años . El ejemplo más reciente lo tenemos en el huracán Sandy que azotó la costa este de EEUU y supuso pérdidas de más de 50.000 millones de dólares para la reconstrucción de las ciudades afectadas.

Estos daños podrían haberse minimizado, si se hubiese invertido en la planificación y en los ciclos de mantenimiento de las infraestructuras. Apostar por la mejora de las edificaciones consigue:

•   Reducir los posibles daños
•   Mejorar la productividad
•   Crear un lugar más seguro para vivir
•   Ayudar a ahorrar miles de millones de dólares y salvar numerosas vidas

Esto es lo que se desprende del estudio que está elaborando Siemens, la Asociación del Plan Regional (RPA) y la consultora Arup. Los resultados muestran que la tecnología es un componente clave para la protección de las infraestructuras. Por otro lado, se afirma que las inversiones en soluciones resilientes no sólo protegen contra el daño, sino también hace que las edificaciones urbanas sean más rentables, eficientes y seguras.

Los cálculos iniciales basados en un estudio de la red eléctrica de la ciudad de Nueva York demuestran que, sin medidas protección, los gastos de reparación de los desastres naturales como la tormenta Sandy podrían alcanzar hasta 3.000 millones de dólares durante los próximos 20 años. Sin embargo, invertir la misma cantidad de dinero en medidas de protección contra tormentas e inundaciones y en tecnologías que fortalecen las redes de energía, pueden reducir el daño hasta en 2.000 millones de dólares y generar ganancias de alrededor 4.000 millones, debido al aumento de la disponibilidad y estabilidad de la red.