¿Sabíais que se desconoce el 96% de la composición del Universo? Sólo tenemos constancia del 4% de las partículas existentes en todo el Cosmos y están presentes, en mayor o menor medida, en todas las criaturas y elementos de nuestro entorno. El resto, lo forma materia negra y energía oscura que es difícil analizar salvo que se creen las condiciones gravitacionales en las que fueron creadas. Para descubrir los enigmas que se escapan a nuestra razón, el CERN acoge a científicos procedentes de todos los rincones del mundo y constituye un auténtico modelo de cooperación internacional al servicio de un fin común: incrementar nuestro conocimiento sobre el Universo.

Simatic en el CERN

En un túnel de 27 kilómetros entre Suiza y Francia, llamado el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), se aceleran partículas a velocidades muy próximas a la de la luz y se hacen chocar en el interior de un detector con un objetivo: estudiar sus interacciones para conseguir densidades de energía y temperaturas similares a las de los primeros instantes de nuestro universo.

Gracias a este proyecto, se está obteniendo información que nos puede ayudar a descifrar grandes interrogantes científicos que, hasta la fecha, no podían ser demostrados. Para procesar tanta cantidad de datos, se necesita un potente software que ayude a registrar la información de manera rápida y eficiente. El CERN cuenta con uno de los sistemas automatizados más grandes del mundo gracias a la instalación de más de 600 controladores Simatic.

En un año, los diversos componentes de la instalación generan más de 300 terabytes de datos de funcionamiento. La mayoría de los mensajes son irrelevantes, por lo que el desafío se encuentra en evaluar la importancia de los eventos que se producen y solucionar las alarmas que realmente importan. Los controladores Simatic:

  • Reconocen los patrones de ciertos mensajes;
  • Descubren las relaciones entre ellos;
  • Permiten agregar nuevos algoritmos al programa para mejorar su capacidad.

La información que se obtenga a través del LHC no tiene precedentes y podría revelar resultados completamente inesperados, como ya ha pasado con el descubrimiento del bosón de Higgs. Los físicos prevén una nueva era de la física que aporte conocimientos hasta ahora desconocidos sobre el funcionamiento del Universo.