Nuestro sistema sanitario es uno de los más avanzados del mundo y, año tras año, nos ha permitido ir conquistando un estado de bienestar del que hemos hecho gala durante las últimas décadas. Pero esta conquista también ha tenido sus consecuencias y una de las más acuciadas ha sido la del gasto sanitario, que ha pasado de representar un 3,5% del PIB en 1970 al 9,3% en 2011.

Entre las principales causas que encontramos en la raíz de este problema y sitúan a nuestra Sanidad ante uno de los retos más difíciles de su historia, tenemos:

•   El progresivo envejecimiento de la población como resultado de la mayor esperanza de vida (se cree que en 2049 el 31,9% de los españoles serán mayores de 65 años).
•   Unos hábitos de consumo poco saludables.
•   La inflación que afecta al sistema sanitario.
•   El incremento de las enfermedades crónicas.

Para invertir esta tendencia, garantizar la sostenibilidad de nuestro sistema y mejorar la calidad de vida de los pacientes que sufren cualquier tipo de patología, se hace imprescindible una renovación del sistema y es en este punto donde las inversiones en tecnologías de diagnóstico precoz y las TIC juegan un papel esencial.

La difícil coyuntura económica hace que muchos profesionales y empresarios se pregunten si este es en realidad un buen momento para realizar cualquier tipo de inversión. En respuesta a esta cuestión, PwC y Siemens han dado a conocer su estudio Aportación de valor de las tecnologías al sector sanitario, un informe que asegura que la inversión en tecnología sanitaria genera una rentabilidad superior al 30%.

La contribución de las tecnologías médicas a determinadas áreas se ha establecido mediante el análisis de las innovaciones tecnológicas en las patologías más importantes de tres especialidades: cardiología, oncología y neurología. Estas especialidades han sido seleccionadas por el elevado número de defunciones que sus enfermedades provocan al año en España y en el resto del mundo.

Y es que según la OMS, las patologías cardiovasculares, incluyendo las cerebrovasculares, son la principal causa de muerte en el mundo, ya que afectan a 17 millones de personas y son responsables del 30% de las defunciones registradas a nivel mundial. En Europa, la cifra es de 4 millones al año y en España, a pesar de haber descendido el número de casos de 191 a 138 entre 2001 y 2011, sigue siendo la primera causa de mortalidad.

En ese descenso, tecnologías como el diagnóstico genómico, la tomografía computerizada o la resonancia magnética tienen mucho que decir, ya que por cada euro invertido en soluciones médicas de este tipo se ha obtenido un beneficio en términos de reducción de la estancia hospitalaria, reducción de la tasa de morbilidad y descenso del número de defunciones de un 47% en este periodo.

Algo similar ocurre cuando hablamos de la tasa de mortalidad en enfermedades oncológicas. Si en los años 70, 80 y 90 asistíamos a un crecimiento imparable de este indicador, en el año 2000, comenzaba a apreciarse un cierto estancamiento de la enfermedad y más recientemente, un descenso de la misma. En este caso, por cada euro invertido en tecnologías médicas como los rayos X, la medicina nuclear o la imagen molecular, se ha conseguido un beneficio en términos de reducción de la estancia hospitalaria e incremento de la edad media de defunción de un 36% entre 2001 y 2011.

Al hablar de neurología, la situación es algo distinta, aunque se sigue apreciando un incremento de la rentabilidad de un 11%. Este informe prevé que en España las enfermedades cerebrovasculares podrían afectar a 1,1 millones de ciudadanos y generar un gasto de 10.000 millones de euros anuales sólo en el tratamiento de personas que sufran demencia, pero que podría disminuir considerablemente con la aplicación de tecnologías neurofisiológicas, telemedicina o ultrasonidos, entre otras.

Está demostrado que las innovaciones en tecnología sanitaria ahorran tiempo a paciente y clínico, lo que redunda en un ahorro de costes; mejoran el acceso al sistema sanitario, la efectividad del diagnóstico, el control de la enfermedad o el tratamiento. Todo ello, beneficia la toma de decisiones, la calidad del servicio y lo que es más importante, la vida de los pacientes y su entorno. Por todas estas razones, no hay duda de que la inversión en tecnología debería convertirse un una pieza clave en el futuro del sistema sanitario.

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Siemens y PwC presentan el estudio: Aportación de valor de las tecnologías en el sector sanitario