En la actualidad, más del 80% de la energía a nivel mundial proviene de combustibles fósiles. La Agencia Internacional de la Energía estima que la demanda de energía global aumentará en al menos un tercio desde ahora hasta 2035, debido al crecimiento de China y otros mercados emergentes. A su vez, vaticinan que las fuentes de energía renovable no serán capaces de cubrir esta demanda.

A medida que las reservas del petróleo y gas disminuyen sobre la tierra, el interés sobre la extracción en alta mar aumenta. En 2007, 1.400 millones de toneladas del petróleo fueron bombeadas desde instalaciones externas, lo que supone aproximadamente el 37% de la producción total anual.

La situación del gas natural es similar. La mayoría de las instalaciones situadas en el exterior están localizadas en aguas relativamente bajas como las del Mar del Norte, donde la profundidad media es solamente de 100 metros. Pero la industria del petróleo y el gas se dirigen gradualmente a aguas más profundas y más lejanas.
La mayoría de los depósitos submarinos todavía se explotan desde la superficie. Los compresores y bombas sobre las cubiertas de plataformas y barcos de perforación presionan el gas natural y el petróleo de los depósitos del lecho marino mediante tuberías kilométricas. Una vez que alcanzan la superficie, el combustible se limpia y procesa.

Sin embargo, según los expertos, las extracciones en las profundidades marinas presentan varias ventajas:

•    Más seguros: los sistemas de extracción sobre plataformas son susceptibles a tormentas y a generar daños que podrían derivar en vertidos o daños en el ecosistema.

•    Extracciones más sencillas: los depósitos podrían explotarse más fácilmente si las bombas y compresores estuvieran localizados más cerca de las perforaciones.

•    Desarrollo tecnológico más resistente: las compañías cuentan con equipos submarinos capaces de soportar las presiones del océano por lo que se reducirían las posibles roturas y, con ello, se evitarían problemas medio ambientales.

Por otro lado, las innovaciones tecnológicas se están centrando en crear tuberías submarinas que pueden ser controladas desde la tierra. Gracias a esto, se evitarían el uso de barcos de carga y se reduciría el riesgo de fuga o rotura de estas naves.
Con la ayuda de un cable de datos óptico, las instalaciones submarinas también podrían ser manejadas y controladas desde una estación de servicio en tierra. El cable podría usarse para transmitir datos de numerosos sensores de vigilancia, permitiendo al equipo de alta tecnología supervisar continuamente el sistema. Así, se reducirían el número de errores y se podría controlar los daños de manera más rápida, eficiente y precisa.