Los vemos todos los días desde el coche o esperando a cruzar por el paso de cebra. Sin embargo, pocas personas saben el origen de la tecnología que nos guía a través de las ciudades: los semáforos.

Aunque 10 años antes ya se habían probado algunos prototipos eléctricos en Cleveland (Ohio), no fue hasta 1924 cuándo se instalara un avanzado dispositivo de Siemens que revolucionó la gestión del tráfico urbano en puntos con excesiva afluencia de vehículos, como el Postdamer Platz de Berlín, el cruce europeo más activo de la época en el que se instaló el primer semáforo de la compañía.

El semáforo, la señal más universal y longeva de nuestras carreteras

Los primeros semáforos se remontan a 1868, año en el que se instaló el primero del mundo en la Plaza del Parlamento de Londres. Sin embargo, este método era poco eficiente, ya que era manual y requería que un policía lo controlase todo el tiempo, y peligroso porque explotó tan sólo dos meses después hiriendo de gravedad al operador. No fue hasta 1933 cuando aparecería el actual modelo eléctrico, desarrollado por Siemens, al que se le incluyó el mítico muñeco peatonal 30 años más tarde. La mujer peatón tuvo que esperar hasta 2004 para formar parte del mundo de las señales lumínicas.

La evolución del semáforo

El semáforo ha sufrido una importante evolución y desarrollo, pero ¿qué nos depara el futuro? Entre las novedades más destacadas tenemos:

Siemens ha hecho una clara apuesta por crear tecnología innovadora que aporte un plus a las ciudades. En su fábrica de Augsburg en Alemania, produce 22.000 semáforos y 2.000 sistemas de control de tráfico al año. No sólo eso, sino que innova y desarrolla soluciones que mejoran los modelos existentes. Desde 2010, fabrica semáforos con bombillas LED que además de ser más duraderas que las convencionales, son más sostenibles, ya que ahorran hasta un 90% de energía.