La modernización de los sistemas lumínicos en ciudades es uno de los principales retos para la Unión Europea. El alumbrado consume el 14% de toda la electricidad de Europa, en su mayoría, por culpa de tecnología energéticamente ineficiente. Con el objetivo de contribuir al ahorro energético y reducir las emisiones contaminantes a la atmósfera, se ha decretado una retirada progresiva de las lámparas incandescentes en los hogares y calles europeos. El Ejecutivo comunitario calcula que esta medida permitirá alcanzar un ahorro anual de 40.000 millones de kilovatios hora (KWh) y una reducción de 15 millones de toneladas CO2 al año, a partir de 2020.

Pero no solo el alumbrado de las ciudades representa un alto porcentaje de gasto energético. Tras la industria y el transporte, los edificios son los mayores consumidores de energía en las ciudades. De hecho, las infraestructuras suponen ya el 40% del consumo eléctrico europeo y, según el IDAE, la iluminación se lleva el 28% del consumo energético de un edificio.

Ante el reto de alcanzar urbes sostenibles y respetuosas con el medio ambiente, la iluminación LED juega un papel clave. Su eficiencia energética convierte a este sistema en una alternativa deseable tanto en el alumbrado público como en el ámbito doméstico. Esta tecnología consigue un 30% menos de consumo que las lámparas fluorescentes y un 90% menos que las incandescentes.

Aunque no seamos siempre conscientes, los LED forman parte de nuestra vida diaria. Su tamaño compacto, rápida respuesta, fiabilidad y altas frecuencias de operación han permitido su utilización en la iluminación de pantallas de televisión, móviles, calculadoras; en las luces de automóviles y aviones (de posición, indicadoras…) o en la transmisión de datos infrarrojos.

Otra medida útil para optimizar el consumo energético, pasa por hacer una gestión inteligente de la misma. La unión de la tecnología LED y los sistemas de control inteligente consiguen optimizar costes mientras se mantiene la operatividad, la fiabilidad y el confort de sus ocupantes. Todo ello, ayudando a mejorar el medio ambiente.

Los sistemas de control en la edificación proporcionan ventajas tales como:

•   Reducción de costes de la energía
•   Menor emisión de CO2
•   Mínimos costes de mantenimiento
•   Monitorización e inteligencia para aprender del funcionamiento del mismo
•   Certificación de distinción de nuestros edificios

La evolución de los equipos en las diferentes fases de generación y consumición energética, nos permiten dotar a las mismas de equipos de control inteligentes que funcionan acorde a la demanda. Por ejemplo, la instalación de detectores de presencia es una de las medidas que repercute más positivamente en el ahorro energético y la que se puede amortizar con más rapidez.

La conjunción de tecnología eficiente con sistemas de gestión inteligentes lograrán que nuestras ciudades sean cada vez más sostenibles y creen un mejor entorno en el que vivir.

Siemens Building Technologies
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