Las ciudades ofrecen bienestar y calidad de vida a sus ciudadanos. Sin embargo, la alta concentración de población provoca que se reduzcan los recursos disponibles en el entorno. De hecho, un elemento tan esencial como el agua comienza a escasear.

Se estima que sólo el 2% del agua del planeta es potable y que, en 2025, alrededor de dos tercios de la población sufrirán de su escasez. Esta cifra aumentará hasta el 60% en 2050, según la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Contrariamente a lo que se piensa, no se trata de un problema que amenaza exclusivamente a los países en vías de desarrollo o a las generaciones futuras. Este hecho afecta a todas las grandes potencias donde el crecimiento urbano es mayor. De hecho, las ciudades aumentan su población 5 millones de habitantes al mes. Este incremento pone de manifiesto la necesidad de buscar alternativas que reduzcan el consumo hídrico y potencien el desarrollo de innovaciones más eficientes.

Mientras que los combustibles fósiles convencionales y las plantas de energía nuclear (que constituyen el 78% de la producción mundial de electricidad) usan el agua para el enfriamiento y la condensación del vapor que mueve las turbinas, la generación de energía eólica no requiere de agua. Así lo dice el último estudio de la Asociación Empresarial Eólica (AEE) donde se afirma que la eólica puede ahorrar más de 2.000 litros de agua por MWh de electricidad producido.

El documento muestra que muchas regiones del mundo, que se enfrentan o lo harán en un futuro a la escasez de agua, cuentan a su vez con el viento adecuado para poder generar energía a partir de esta fuente renovable.

Además de ahorrar agua, la energía eólica es la fuente más eficiente debido a una serie de ventajas asociadas a la manera de obtener electricidad:

•    Fuente renovable que no contamina.

•    Produce una capacidad de energía similar a la de 1.000 Kg de petróleo, sin la necesidad de que se quemen diariamente miles de litros de este combustible.

•    No erosiona el entorno y tiene un impacto ambiental casi nulo ya que, en el momento de transportar la electricidad que genera, no emplea tuberías, barcos o camiones.

Hacer un mejor uso energético resulta esencial para lograr los objetivos señalados en el programa “Objetivo 20/20/20” de la Unión Europea y que busca conseguir una política más sostenible mediante la reducción un 20% del consumo y las emisiones contaminantes. Es fundamental que la sociedad vaya sustituyendo los combustibles fósiles (petróleo, gas) por fuentes de energías alternativas y aprendiendo a usarlas de forma eficiente.