Las nuevas innovaciones en la industria automovilística han conseguido disminuir las emisiones de CO2 y el consumo de combustible. Esto se traduce en una mejora de los niveles de contaminación y, por consiguiente, un menor impacto medioambiental. En este sentido, el conductor tiene un importante papel en la manera de conducir su vehículo.

Fuente: www.elssons.com

Según señala el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), la conducción eficiente, en comparación con una agresiva, reduce las emisiones de dióxido de carbono (CO2), uno de los principales gases implicados en el cambio climático, así como otras emisiones contaminantes (un 78% de monóxido de carbono (CO), un 63% de hidrocarburos y un 50% de óxidos de nitrógeno (NOx)).

Además, supondría un ahorro anual en España de 2.134 millones de euros y una considerable reducción en los gastos de mantenimiento de los vehículos. En concreto, según datos de la CNAE (Confederación Nacional de Autoescuelas), una conducción eficiente permite reducir el consumo de combustible en un 15%.

Por otro lado, la contaminación acústica también disminuiría. Un ejemplo de esta afirmación se ve en el siguiente supuesto: un coche a 4.000 revoluciones por minuto (rpm) hace el mismo ruido que 32 coches a 2.000 rpm.

Con el objetivo de ayudar a los conductores, la IDAE ha lanzado 10 sencillos consejos para mejorar la eficiencia en la conducción:

Utilizar bien las marchas: circular en la marcha más larga posible. Lo idóneo es ir entre 2.000 y 2.500 rpm en los motores de gasolina y entre 1.500 y 2.000 en los motores diésel.

Usar bien el embrague: no hay que utilizarlo para frenar ni para encender el motor y, en la transición de marchas, debe ser rápida, sin bajar más de 400 rpm en el cambio.

Mantener una velocidad uniforme: acelerar y frenar de forma constante no es bueno para el vehículo y consume mucho combustible.

Actuar con anticipación y frenar con el motor: hay que adaptarse con antelación a las condiciones de la carretera. No se debe bajar una pendiente en punto muerto porque consume combustible y es peligroso (desgasta los frenos). Antes de entrar en una curva, hay que levantar el pie del acelerador y, si fuera necesario, reducir de marcha. En las caravanas, no frenar ni acelerar en seco.

Mantener una temperatura interior adecuada: no hay que abrir las ventanillas a alta velocidad porque se produce una mayor resistencia al aire y un mayor consumo de carburante, ni abusar del aire acondicionado.

Llevar bien los neumáticos y de alta eficiencia: las ruedas son responsables de hasta el 20% del consumo de combustible. Su falta de presión aumenta el gasto y es causa importante de accidentes, según el IDAE.

Realizar los mantenimientos periódicos: mantener los niveles y filtros ahorra combustible y reduce las emisiones contaminantes.

No sobrecargar el vehículo: llevar más peso del necesario o distribuir mal la carga incrementa el consumo. Tener una baca con equipaje puede aumentar el gasto hasta un 39% a una velocidad de 120 km/h.

Apagar el motor: un coche detenido con el motor encendido consume hasta 0,7 litros/hora. Si se está parado más de dos minutos (si el automóvil tiene más de diez años, menos de dos minutos), hay que apagarlo, una práctica que se puede hacer de forma frecuente sin perjudicar el motor.

Elegir un coche que priorice la conducción “verde”: algunos modelos incorporan tecnologías que reducen el consumo de combustible, optimizan el cambio de marchas, paran el motor cuando se detiene el vehículo, etc.

Gracias a estas encillas pautas, se puede conseguir ahorros de costes y, además, colaboramos para un mejor futuro de nuestras ciudades.