¿Te has parado a pensar cuánta información generan cada día nuestras actividades cotidianas o las de empresas y organismos? La respuesta es más o menos 2 exabytes, una cifra muy alejada de las que solemos manejar en megabytes, gigabytes y, cada vez más, terabytes. Por daros un ejemplo: un exabyte (EB) equivale a multiplicar por 5 todos los libros que se han impreso hasta nuestros días en todo el mundo. Aún así, cuesta hacerse a la idea de que seamos capaces de producir tantos datos en un solo día.

Pero la cosa no acaba aquí. Todavía hay una unidad de medición de datos informáticos mayor, el zettabyte (ZB). Uno solo de estos zettabytes equivale a casi el doble de todos los granos de arena de las playas del planeta Tierra. Según las previsiones, en 2015, el volumen mundial de datos alcanzará los 7.8 zettabytes y en 2020 llegará a los 40 zettabytes. Todas estas cifras dan cuenta del panorama que se abre ante nosotros y ponen de manifiesto la necesidad de contar con tecnologías que nos permitan extraer la máxima “inteligencia” de esos datos. Solo así conseguiremos mejorar el funcionamiento de nuestras ciudades y de sectores claves como el industrial o el energético.

En este sentido, el Big Data será clave para capturar, almacenar y analizar la información que generen las comunicaciones entre personas, las de éstas con las máquinas y las que se producirán entre distintos dispositivos, base esta última de la industria 4.0 y del Internet de las cosas. Siemens, fuertemente comprometida con el sector, está liderando un proyecto llamado Byte, que pretende aumentar la cuota de mercado de Big Data en Europa antes de 2020. Junto a otros 10 partners, la compañía está diseñando una hoja de ruta que recoja los pasos necesarios hacia ese objetivo. Entre esos pasos, se encuentra el desarrollo de medidas políticas y tecnológicas que permitan aprovechar al máximo el Big Data, al tiempo que se garantiza la seguridad de los datos.

No obstante, es necesario dar un paso más allá para poder “mirar” con otros ojos toda esa información, analizarla y utilizarla de la manera correcta. El Big Data evolucionará a lo que se denomina Smart Data,  es decir, un análisis mucho más exhaustivo de los datos que tenga en cuenta la procedencia de los mismos. Sus principales ventajas son:

  • Mejorar el funcionamiento de infraestructuras básicas de cualquier ciudad, tales como plantas de energía, sistema eléctrico, fábricas u hospitales
  • Reducción de costes
  • Ahorro de energía
  • Aumento de seguridad
  • Surgimiento de nuevos modelos de negocio

Big Data, el carburante de las ciudades del futuro

El sector sabe que es necesario seguir trabajando para afianzar el Smart Data y más si tenemos en cuenta lo que podría suponer en un futuro para nuestras ciudades, por poner un ejemplo. En ellas, los teléfonos móviles proporcionarán información anónima de los movimientos de sus habitantes, los coches generarán datos del estado del tráfico y los contadores inteligentes permitirán hacer una predicción de las necesidades energéticas. El Smart Data permitirá utilizar toda esa información para reducir el tráfico o las emisiones contaminantes, mientras se preserva la privacidad de los ciudadanos.

Para conseguir ese escenario es preciso, además, establecer un marco legal y tecnologías de protección de datos, algo en lo que ya están trabajando los investigadores de Siemens en colaboración con autoridades y organismos de ciudades europeas. El futuro traerá avances en este campo y también nuevas oportunidades de negocio que tendremos que saber aprovechar.